¿Qué podemos aprender los abogados de las caídas globales de Google, AWS y Cloudflare?
Recientemente, tres de los gigantes más sólidos del internet —Google, Amazon Web Services (AWS) y Cloudflare— sufrieron caídas casi simultáneas que afectaron a millones de usuarios y a servicios esenciales en todo el mundo. Más allá del caos tecnológico y económico que esto puede implicar, como abogados podemos sacar valiosas lecciones de este fenómeno.
1. La falibilidad también aplica a los gigantes
Una primera reflexión es sencilla, pero potente: ni las estructuras más grandes y sofisticadas están exentas de fallos. En derecho, esto nos recuerda que ningún sistema —ni judicial, ni corporativo, ni institucional— es infalible. Debemos estar preparados para fallas, vacíos y excepciones, y no confiarnos ciegamente en que todo funcionará como debe.
En nuestra práctica diaria, esta conciencia puede traducirse en algo tan básico como tener respaldo de nuestros archivos importantes, pero también en algo más profundo: mantener un pensamiento crítico constante sobre los sistemas que defendemos o atacamos jurídicamente.
2. La dependencia tecnológica exige responsabilidad jurídica
Estas caídas revelan el nivel extremo de dependencia que la sociedad tiene hacia la infraestructura digital. Para nosotros, esto se traduce en dos cosas:
Como usuarios de estas plataformas (correos, almacenamiento en la nube, herramientas de gestión), debemos conocer nuestros derechos y las obligaciones de los proveedores de servicios. ¿Qué pasa si pierdes un documento judicial clave en una caída? ¿Hay responsabilidad? ¿Puedes reclamar?
Como asesores jurídicos, debemos prever estos riesgos en los contratos, políticas internas o relaciones laborales de nuestros clientes. Cláusulas sobre continuidad del servicio, respaldo, confidencialidad de datos, o incluso planes de contingencia digital, ya no son un lujo sino una necesidad.
3. La ciberseguridad y la privacidad no son opcionales
Aunque las causas específicas de cada caída pueden variar (errores humanos, fallos de configuración, ataques DDoS, etc.), todas nos hablan de algo en común: los sistemas son vulnerables. Por eso, la ciberseguridad se ha convertido en un terreno fértil para el derecho, especialmente en áreas como:
Protección de datos personales
Responsabilidad por filtraciones o pérdidas de información
Regulación de proveedores tecnológicos
Prevención y respuesta ante ciberataques
Cada abogado, incluso si no se especializa en tecnología, debería al menos familiarizarse con los principios básicos de la protección digital, tanto para proteger su propia práctica como para asesorar adecuadamente a sus clientes.
4. El derecho también necesita su “plan B”
Finalmente, estas caídas son un recordatorio de la importancia de la resiliencia. En el mundo jurídico, eso significa tener planes alternativos cuando todo falla: si la plataforma del Poder Judicial está caída, ¿cómo notificamos? Si se interrumpe un sistema de facturación electrónica, ¿qué hacemos?
No siempre hay una respuesta clara, pero sí una actitud útil: anticipar lo improbable. Prepararnos no solo para lo que esperamos, sino para lo que “no debería pasar”.
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Cuando la tecnología falla, no solo tiemblan los servidores: tiembla la confianza del mundo en los sistemas que lo sostienen. Como abogados, no estamos ajenos a ese temblor. Pero si aprendemos a observar estos fenómenos no solo como usuarios, sino como profesionales del derecho, encontraremos oportunidades para mejorar nuestros servicios, fortalecer nuestras estrategias y proteger mejor a quienes confían en nuestro criterio.